La cerveza cuenta con una gran variedad de estilos, texturas, colores, aromas y sabores. Hoy en día, existen muchos tipos de cerveza que podemos probar y disfrutar. Y este disfrute viene, en realidad, por una fusión de lo que percibimos con nuestros cinco sentidos, experiencia en la cual el olfato tiene mucho que ver.
¿Cómo influye el olfato en la experiencia de degustación de la cerveza?
Disfrutar de una buena cerveza no es una experiencia que debamos reducir solo a beberla. Se trata de una experiencia que implica una fusión multisensorial.
En esta fusión, el aroma juega uno de los papeles más importantes. Generalmente, le damos al sentido del gusto todo el protagonismo en cuanto a la percepción de los sabores, pero en realidad es la combinación entre olfato y gusto lo que marca la diferencia.
El olfato es el sentido responsable de afectar directamente la percepción del sabor. Si no existieran los olores, no podríamos percibir sino sabores planos: dulce, salado, amargo, ácido. Sin embargo, el olfato enriquece en gran medida los sabores que somos capaces de percibir.
La reacción ortonasal es la que se produce al inhalar. Es aquí donde el aroma de la cerveza juega un papel muy importante, ya que anticipa el sabor que vamos a percibir en la boca al probar nuestra bebida.
Por su parte, la reacción retronasal es la que ocurre donde se encuentran la boca y la nariz. La cerveza es una bebida que emite vapores de aroma que actúan directamente en esta zona.
De esta manera, el aroma de la cerveza es una de sus características más importantes. Gracias a estos vapores podemos disfrutar de todos los matices y complejidad de un sinfín de variedades de cerveza, sabores que pueden variar entre dulces, amargos, especiados, frutales, achocolatados, entre tantos otros que existen hoy en día a nuestro alcance.
